El deseo de Messi levanta estadios tan gigantescos como el Camp Nou en los momentos más dramáticos que se suelen dar en la Champions. Nadie entendió mejor el mensaje de Klopp que el 10 del Barça. “La Copa de Europa no va de perfección sino de carácter, de agresividad, de actitud”, proclamó el técnico del Liverpool. Y Messi, descansado después de reventar, resucitó para poner al Barcelona a las puertas de la final de Madrid. A veces resistir es vencer, sobre todo cuando los partidos se deciden en las áreas y en momentos muy concretos, una suerte que dominó el Barcelona. La bestia del Liverpool tiene cosquillas y Messi se las encontró con dos goles, uno afortunado y el segundo precioso en un tiro libre imposible para el largo Alisson, por fin abatido por el delantero en su gol 600. Messi también corre, también defiende, también suda, también marca cuando hay tormenta, como sucede siempre que juega el equipo de Anfield.
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