Como en los buenos días, sin borrones, desconexiones ni tachaduras, Garbiñe Muguruza abre el cartel de este miércoles con un triunfo (6-4 y 6-1, en 1h 04m) de los que enchufan y encienden los ánimos. La mañana es fría y grisácea en París, y un abandono obliga a la mudanza del duelo contra Johanna Larsson de la Pista 1 a la Suzanne Lenglen, donde la hispano-venezolana ofrece una señal de las buenas: el sonido desgarrador que se repite cada vez que rompe la bola y acorrala un poco más a la sueca, que mantiene el pulso durante una manga, pero rendida después ante la evidencia: hacía tiempo que Muguruza no jugaba tan bien, y cuando se dice bien es con tanta autoridad.
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