Era día grande en París, por un doble motivo. Volvía el rey a su reino, ahora renovado y todavía más resplandeciente. Qué hermosura la Chatrier, modernizada y todavía más coqueta, más bonita y aún más reluciente, porque en Francia el gusto y la estética rebosan por todos lados, y lo ha aplicado el torneo a la remodelación de su joya arquitectónica. Brilla la nueva central como nunca, más confortable, más presumida y todavía más imponente, y se vistió de gala para recibir a Rafael Nadal, que en 1h 57m resolvió su estreno en esta edición y además lo hizo con nota: 6-2, 6-1 y 6-3 a Yannick Hanfmann.
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