Fino y largo como una caña de bambú, el bueno de Yannick Maden accedió a la pista como quien va a un sitio en el que sabe que no lo va pasar demasiado bien. Sabía la que le venía encima al alemán, segundo sparring seguido para un Rafael Nadal que de momento viaja en el torneo cómodamente, por la autopista, con la ventanilla bajada y sacando el brazo, tarareando una canción mientras avanza hacia su destino y firma otra victoria con brillo. Con una superioridad tan aplastante que apenas llevamos cuatro días y ya mete miedo, mucho miedo. Esta vez, otro registro categórico: 6-1, 6-2 y 6-4, en 2h 09m.
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