“Sí, yo hice la foto”. Nirmal Purja (Myagdi, Nepal; 1984) estaba ahí el pasado 22 de mayo. Cerca de la cima del Everest. El alpinista nepalí había coronado la cumbre del mundo (8.848 metros) y se encontraba en pleno descenso cuando se vio atropellado por la marabunta. Más de 200 personas intentaban el ascenso en un atasco humano jamás visto en el techo del planeta. Purja no podía avanzar. La aglomeración amenazaba con convertirse en una trampa mortal. Entonces se quitó los guantes y tomó una fotografía espectacular, tremendamente significativa de aquello en que se ha convertido el Everest: un destino para turistas que las compañías comerciales ofrecen a precio de oro sin importar la preparación física o técnica de los clientes. Hasta 10 personas murieron en el intento.
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