Cuentan que en 1958, cuando Franco le entregó la Copa, le dijo: “¡Hombre, Gainza…! ¿Otra vez usted por aquí”; y que el vizcaíno le contestó: “A usted y a mí no hay quien nos eche”. La anécdota quizá sea apócrifa, o adornada, pero es verosímil. Eran años en los que se decía que la Copa era una competición cuya final jugaban el Atlético de Bilbao y otro, y que generalmente la ganaba el Atlético. Entonces no se llamaba Athletic. El Régimen proscribió los nombres extranjeros en favor de la "lengua del imperio".
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