El Valencia festejó su octava Copa el Rey sobre la hierba del Benito Villamarín antes de marcharse a cenar de madrugada a un restaurante en la orilla del Guadalquivir con capacidad para 800 personas. Con todos los jugadores y sus familias, desparramados frente al fondo norte del estadio inmortalizando el momento y celebrando la consecución de un título once años después, la noche dio para una colección de imágenes y anécdotas que permanecerán durante mucho tiempo entre los 21.000 seguidores que transformaron el estadio bético en una réplica andaluza de Mestalla.
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