Aunque gobierna su grupo europeo en la Champions y en LaLiga está a un suspiro del sorprendente líder Granada -a falta de disputar el clásico aplazado-, el Barcelona no se reconoce con el balón entre los pies. Padeció al inicio del curso lejos del Camp Nou y también sufre frente a cualquier equipo que le aprieta arriba o le busca las cosquillas al contragolpe. Expresivo fue el último duelo ante el Slavia de Praga, donde se impuso por su puntería por más que el rival le probara con 24 disparos. “Hay que hablar algunas cosas”, señaló con rabia Ter Stegen, molesto por la falta de solidaridad en el ejercicio defensivo. No fue el único molesto, pues los jugadores rehusaron atender a los medios porque estaban “muy calientes”, según trabajadores del club. “Cuando terminan los partidos, cada uno se va con una sensación. Puede que de una acción determinada o por algo en global”, se arrancó Ernesto Valverde en una rueda de prensa precedida por el minuto de silencio que se guardó por Ferran Zueras, fotógrafo del As que falleció recientemente; “y en Praga, todos nos quedamos fríos porque los últimos cinco minutos fueron de agobio, con ellos encima, con centros seguidos… Hubiese pasado lo mismos en Eibar, pero entonces ganábamos 0-3. Y ante el Slavia no pudimos convertir las ocasiones y si hubiéramos hecho un 1-4 la lectura hubiese sido diferente”. Ahora les toca medirse este martes en el Camp Nou con el Valladolid (21.15 h. Movistar LaLiga).
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