La haka de los All Blacks en los cuartos de final del Mundial de 2007 en el Millennium de Cardiff abrió el melón. Como en cada partido, Nueva Zelanda representó su danza de guerra —el gran escaparate de la cultura maorí al mundo— y los franceses se pusieron en primera línea de fuego. Apenas les separaba la línea divisoria y el medio-melé Byron Kelleher, el director de orquesta, terminó cara a cara con Sébastien Chabal y Raphaël Ibáñez. No le gustó a World Rugby —la federación internacional—, que introdujo un “protocolo de rituales culturales”. Su sanción a Inglaterra —la prensa británica habla de una cantidad simbólica por debajo de las 2.500 libras (unos 2.900 euros)— por su réplica en la semifinal del sábado ha reabierto el debate. Los maorís rechazan la multa.
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