“Aquí, desde el primer día, todo el mundo va a muerte. Es obligatorio estar concentrado cada minuto porque la Euroliga es una competición muy cabrona”, resumió Pablo Laso a comienzos de mes en un análisis tan campechano como crudo. El Real Madrid acababa de vencer al Fenerbahçe en el estreno de la competición, pero el técnico ya intuía que venían curvas. Pasadas cinco jornadas, los blancos están en el puesto 13 de 18 con un balance de dos victorias y tres derrotas, las tres últimas consecutivas fuera de casa ante Zalgiris, Efes y Bayern, y coleccionan datos preocupantes. En el expediente madridista: 77,2 puntos a favor y 83,8 en contra para un balance global de -33, solo empeorado por Valencia (-75), Zenit (-54) y Fenerbahçe (-34). Una manta que se queda corta ante la exigencia continental y que muestra un claro desfase con los números de la Liga, donde el Madrid camina como líder invicto después de seis jornadas con 87,8 puntos de media a favor y solo 70 en contra. Con varios jugadores lejos de su mejor forma, una rotación interior lastrada por las lesiones, y una sensación generalizada de aplanamiento ante rivales más enérgicos y vibrantes, el ataque se achata y la defensa se destensa en el escenario europeo.
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