Transcurrido casi el primer tercio de la competición, la Liga pone de relieve el buen hacer de tres equipos meritorios que a priori regresaron a la élite para sufrir, pero que en las diez primeras jornadas se han destapado como tres rivales fieros a los que no solo es muy difícil hincarles el diente, sino que además han provocado más de un sonrojo millonario. Sonríe la Granada futbolera como no lo hacía desde hace 46 años, la última vez que los nazarís encabezaron la tabla, en 1973; festejan en Pamplona porque Osasuna ha logrado escapar de una época muy oscura e ilusiona a lomos del embrujo histórico del Sadar, fortaleza inexpugnable en los 30 últimos partidos; y también hay alborozo en Mallorca, donde se asiste con incredulidad a la buena marcha de un conjunto que hace un par de años militaba en la Segunda B y que ahora guerrea con todas las de la ley en Primera.
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