Fue una noche playera para el Real Madrid. Un paseíllo inolvidable para Rodrygo —goleador de en su primera titularidad liguera—. Una jornada más de consolidación para Fede Valverde. Un día propicio para los nuevos brotes de Hazard, que poco a poco sale de su eterna pretemporada. Un partido más para reforzar el romance de la hinchada con el antaño crucificado Benzema. Y hasta una cita para que, por fin, brindara Jovic con un golito. En suma, una fecha primaveral para los blancos frente a un Leganés trabucado. Un rival achatado que entregó la cuchara mucho antes llegar a la capital. El colista está para guerrillas, no para batallas.
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