Más que incómodos, los silencios en el fútbol suelen resultar tenebrosos: un estadio vacío, un vestuario después de una derrota, un centrocampista que no pide nunca el balón... Pero si hay un silencio que estremece de verdad, ese es el de los grandes protagonistas de este negocio ante ciertas injusticias, como si la primera obligación del buen futbolista fuera la de callar y mirar siempre hacia otro lado, especialmente cuando su voz solo puede sumar. Uno de los más clamorosos que se recuerdan tiene que ver con el mutismo de nuestras principales figuras masculinas mientras sus compañeras de profesión luchan por un convenio colectivo de mínimos, justo a duras penas. Y mientras algunos esperábamos un pequeño guiño, algún tipo de declaración cuando menos solidaria, lo que llegó fue el huracán García.
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