Es un espectáculo ver a Bamidele Jermaine Alli, alias Dele, comer espaguetis los días de partido. El codo hincado sobre la mesa, el reloj de oro en la muñeca de la mano que sirve de sostén a su mentón, punto de apoyo del cráneo románticamente inclinado hacia un costado en actitud soñadora, mientras la mano derecha, liberada a la creatividad, manipula el tenedor enroscando la pasta antes de conducirla lentamente al umbral entreabierto de una boca que más que comer parece a punto de emitir un ronquido. Los bocados no alteran la mirada perdida en un lejano recuerdo, quizá en su último viaje a Las Vegas, o en su paso fugaz por las Bahamas, Hollywood o la Polinesia, a bordo del jet privado que cada vez que tiene unos días libres le lleva de gira ociosa por un mundo que ya se le quedó pequeño.
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