Después de soportar la hora de atasco que separan La Valeta del estadio nacional Ta’Qali, la hinchada maltesa caminaba a oscuras por la estrecha carretera que desembocaba en el recinto. Un país entusiasta, marcado por la tradición futbolera de ingleses e italianos, desfilando en la penumbra para asistir a una derrota que la mayoría de sus aficionados daba por segura por las evidentes y abismales diferencias entre una selección y otra. Le costó a España ganar, espesa y empalagosa en el primer acto, y algo más punzante cuando en el segundo irrumpió Jesús Navas en el campo dispuesto a reivindicarse de nuevo. Esta vez como extremo puro, para animar una noche de fútbol abusado de ser jugado de bota a bota. No hubo tunda, ni tampoco un juego deslumbrante de la Roja. Fue un ejercicio de más dominio que de fútbol para ser recordado y goles.
source Portada de Deportes | EL PAÍS https://ift.tt/2WrJ3Qu
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire