El Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) había prometido que antes del 26 de marzo, el martes pasado, haría pública su decisión más esperada, la respuesta a una pregunta capital: ¿deberán las mujeres con diferencia de desarrollo sexual (DSD) rebajar artificialmente su producción endógena de testosterona para seguir tomando parte en competiciones de atletismo? O, en corto: ¿Deberá Caster Semenya, la dominadora de los 800m la última década medicarse para competir, tal como pretende el nuevo reglamento de la federación internacional de atletismo, la IAAF?
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