Si cada sociedad futbolera cabe en una frase, la de Argentina podría ser “esa que todavía cuestiona a Lionel Messi”. Nueve meses después de Rusia 2018, el diez volvió a jugar en la albiceleste y a comprobar que en su país siempre puede ser considerado culpable, no importa si por acción u omisión, incluso en dos amistosos de relleno. Bastó una derrota —el 1-3 ante Venezuela el viernes pasado en Madrid— y una ausencia —contra Marruecos este martes en Tánger— para que en Argentina se alzaran voces que otra vez lo sientan en el banquillo de los acusados.
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