En el deporte, como en la vida, hay instantes que lo cambian todo. Pueden saltar a la vista del espectador más despistado o pasar completamente inadvertidos para la mayoría. A veces es un gol, una canasta, una pedalada con un punto extra de fuerza o un revés que roza la línea. Otras, es un tiro errado, una canasta que se sale de dentro, una mirada cruzada con un compañero o una volea que rozó la red y decidió no pasar al campo contrario. Son unas décimas de segundo, y pocas veces se es consciente en directo de lo decisiva que resultará esa acción.
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