Es media tarde en Acapulco, donde poco después se va a disputar la final de un torneo inscrito en el expediente de un tenista maldito. Antes de superar a Alexander Zverev y elevar el trofeo, a Nick Kyrgios se le ve deambular por el resort mexicano con su habitual trote cochinero, acompañado de un grupo de amigos que alegran la estancia al australiano. Este, ni corto ni perezoso, se sube a lomos de una moto de agua y comienza a hacer cabriolas sobre el agua de mar, poniendo en riesgo su físico cuando solo unas horas más tarde va a jugarse un título.
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