Poco a poco Alejandro Valverde alcanza las metas que se fijó hace más de una década, cuando empezó a ser ciclista profesional. Y si hace un par de meses consiguió por fin el maillot arcoíris de campeón del mundo, ayer hizo realidad dos de sus objetivos queridos de los últimos años, conseguir que en su planificación de 2019 desaparezca el Tour de Francia y figure, en cambio, su debut en el Tour de Flandes. La grande boucle, confiesa a menudo el murciano, es una carrera que le estresa y pone de mal humor. “Por fin he logrado que Eusebio me escuche”, dice de su mánager el campeón del mundo, la súper estrella de la presentación de la novena temporada consecutiva de su Movistar en el pelotón mundial. “Aunque este año no he tenido que insistir mucho”.
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