“Risueño” y “bien peinado” seguramente sean dos de los adjetivos superficiales que mejor le definen. Marcos Llorente (Madrid, 23 años) completó durante la final del Mundial de Clubes una secuencia de escenas en las que un personaje secundario habitual como él acabó robando todo el protagonismo a los actores principales, incluso cuando su trayectoria no auguraba más de dos frases hasta hace solo unas semanas. Olvidado por Zidane y Lopetegui, la llegada de Solari al banquillo del Madrid, unida a la lesión de Casemiro, ha permitido a este jugador amante del cuidado físico y de la comida sana (es seguidor de la paleodieta: productos biológicos, pescado, carne, pollo, arroz, algunas legumbres y leche sin pasteurizar) despuntar en el tramo final de un 2018 en el que ya no contempla ninguna salida en el mercado de invierno.
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