Hace ya un tiempo que el Celta eligió un camino, un sendero diferente al que había recorrido durante décadas. Seguramente le condicionaba el escenario, tantos años como local en un campo al que en invierno era habitual tener que acceder sobre unas maderas que salvaban charcos y fangales. El Celta pasó años en el barro, pero en los noventa bajó el balón al piso y ahí sigue. No le va mal: en 21 de las 27 últimas temporadas se alistó en la máxima categoría y pisó en ocho campañas suelo europeo. En el club hubo quien se cegó en la creencia de que ese era su lugar natural y al finalizar la pasada campaña liquidaron a Juan Carlos Unzué y a su equipo de trabajo, que se fue con Luis Enrique a la selección. El Celta buscaba algo y no se lo dio el argentino Antonio Mohamed. Hace cuatro jornadas, dio un volantazo, destituyó al entrenador y llamó al portugués Miguel Cardoso. Habla el capitán Hugo Mallo: “Con él estamos ordenados y más trabajados tácticamente”.
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