No había topos por el campo, tampoco era un patatal ni se apreciaban clapas significativas. Pero a los jugadores del Girona y del Getafe, que priorizaron no encajar un gol antes que descoser a la portería rival, les costó horrores jugar por abajo, enlazar pases en campo contrario, alcanzar la portería rival. Tedio que Antunes se encargó de negar con su poderío en las áreas y con un centro que Ángel embocó a gol; bodrio que Bernardo arregló en los últimos compases cuando atacó con tino un centro con miel de Granell. A falta de fútbol, bien valen dos centros.
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