Hombres que juegan. Creo más en la energía emocional y en las conexiones instintivas que en la obsesión táctica. El sistema sirve de referencia cuando se pierde la pelota. Cuando se recupera, hay que desordenar al rival y para eso hace falta talento para el engaño. Individual y colectivo. Jordi Alba recorre la banda con optimismo. Sabe que su esfuerzo será recompensado por un pase perfecto de Messi. Una vez definí a Jordi como una avioneta a punto de despegar. Marcelo, en cambio, es un helicóptero. Jugador que da vueltas sobre sí mismo, que frena y arranca para volver a frenar, que se toma su tiempo para todo y termina desequilibrando como un delantero. Así lo demostró frente al Kashima. Los dos son buenísimos y antagónicos. Por evidencias así, cuando le hablen de un 4–3–3, pregunte con qué jugadores. Solo ellos le dan sentido al juego. Multiplique por 11 las diferencias entre Jordi Alba y Marcelo, y los dibujos tácticos se convertirán en garabatos.
source Portada de Deportes | EL PAÍS http://bit.ly/2Gz2jZj
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire