Esta es una historia de fútbol, de valores que tienen que ver con la constancia, el trabajo, la entrega y los malabares para gestionar un club de pueblo que integra a casi 300 deportistas desde categoría sénior a la llamada biberones, orgulloso de estrenar un equipo femenino. Es una historia común por repetida, pero extraordinaria porque arrastra el tópico y el estereotipo. “Cuando vamos bien, todo el mundo piensa mal”, lamentan en el Juventud Cambados, equipo pontevedrés de Preferente Autonómica con uno de los presupuestos más bajos (unos 100.000 euros), pero con la ilusión de lograr el ascenso al grupo gallego de Tercera División. Ahora tampoco necesitan el triunfo para estar vecinos a la sospecha y la maledicencia. La eclosión de las historias sobre el narcotráfico en la zona y su pasado con Sito Miñanco en una breve presidencia animan a convertir al Cambados en una bandera de Fariña.
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