Por contraposición, el sentido de permanencia flotaba en el ambiente del Metropolitano. El homenaje a Gabi, el capitán por excelencia de la era Simeone, por un lado. Por el otro, el intento de fuga de Lucas al Bayern en un momento de la temporada que parte a la mitad el proyecto deportivo del club el año que acoge la final de la Liga de Campeones en su estadio. La identidad sobre la hierba, por encima del juego, le dio al Atlético una victoria que le permitirá regresar del parón navideño en plena pelea por el título de Liga. Lo ha logrado con un juego discutido, pero acaba el año subido a la chepa del Barcelona. Ha sorteado el equipo de Simeone una plaga de lesiones y bajos momentos de forma de varios de sus jugadores clave. A esos contratiempos ha sobrevivido y se ha instalado en la parte alta de la tabla en este primer tercio del curso porque la calidad del plantel diseñado le da para ganar muchos partidos y porque si no le aparece el fútbol, no le desaparece su carácter competitivo. Jugar, jugó poco el Atlético, en su línea de esta temporada, pero se embolsó tres puntos que celebró por todo lo alto por su trascendencia para mantener viva la llama. Liquidó el equipo de Simeone a un buen Espanyol con uno de esos partidos en los que produce poco, pero lo poco que gesta es un estacazo para el contrario. Esta vez fue un penalti nacido de un barullo en el que Granero delató que no estaba en su hábitat. En su intento por despejar, el puntapié se lo llevó la rodilla de Koke. Griezmann reventó por alto el lanzamiento y el Atlético se puso su clásico traje italiano.
source Portada de Deportes | EL PAÍS http://bit.ly/2Sb6Z9c
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire