Jorge Valdano era un chiquillo de veinte años cuando se le acercó a Johan Cruyff en el campo del Barça, cuando el argentino que luego jugó en el Madrid militaba en el Alavés y le disputaba al equipo azulgrana la vuelta de la Copa. Se había interrumpido el juego, Cruyff “se había inventado un penalti” y su equipo, que había empatado a cero en Vitoria, ya iba 1-0. “En ese momento había un compañero de Cruyff en el suelo, lesionado; él paró el juego, como si fuera el árbitro, pidió que entraran las asistencias y él estaba allí, con el balón bajo el brazo, dueño de la situación. Yo estaba indignado por el penalti, que el árbitro me adjudicó. Iba persiguiéndolo, él iba a cien por hora, paró en seco, como solía hacer, y cayó, yo no lo empujé. Así que cuando lo vi con el balón bajo el brazo, mandando, le dije: ´¿Qué tal si tú te quedas con ese balón y nos da uno a cada uno para que sigamos jugando?`”
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