Como ante Italia en Údine, a España no le corrió la pelota en Cluj ante la combativa Rumania. Sin esa virtud que la entronizó, este segundo experimento también resultó decepcionante. No se ha encontrado el equipo en estos dos partidos y no se le reconoce en esas pastosas circulaciones. Tampoco en la nadería que generaron muchos de los imprecisos pases largos con los que intentó romper por los costados o por el medio buscando la pillería de Alcácer para jugar al límite del fuera de juego. Ni los primeros espadas ni los secundarios han emergido con la contundencia suficiente para gobernar a italianos y a rumanos.
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