“Soy inglés, pero soy como cualquier extranjero”, previene Eric Dier (Cheltenham, 1994). La globalidad era también que Inglaterra superase a Alemania en Berlín con un gol en el último minuto marcado por un chico con sus raíces y su historia vital, la de un joven criado en Portugal. Allí llegó con siete años para asentarse primero en el Algarve y después en Lisboa en cuanto a su madre le salió un empleo para trabajar en el catering de las zonas VIP en la Eucoropa de 2004. Su padre, Jeremy, fue una gran promesa del tenis británico a finales de los setenta, pero no llegó a mayor gloria que la de superar en 1983 una ronda en Wimbledon.
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