Bajando por la escalerilla del avión que aterrizó el miércoles en el aeropuerto de Udine, Iker Casillas transmitía la jovialidad de un juvenil. Una imagen acorde con la paz interior que dice haber encontrado tras su agria salida del Real Madrid. Horas después, en la sala de prensa del estadio Friuli, donde Italia y España miden hoy su estado de forma con vistas a la próxima Eurocopa, Gianluigi Buffon, se presentaba encorbatado y envuelto en el traje oficial de la selección. Su vestimenta realzaba una sobria elegancia italiana culminada por su mirada cristalina y azulada. Su tono de voz, la serenidad y el convencimiento en cada una de sus sentencias retumban entre la atención y el respeto de la prensa. “Hay una ley del fútbol que dice que el entrenador escoge a los jugadores para ganar, siempre, juego por méritos, si no, estaría en el banquillo”. El discurso que articula para hablar de los atentados terroristas de Bruselas es solemne. A su lado, el seleccionador italiano, Antonio Conte, escucha en silencio reverencial ante su reflexión. “Viendo la televisión he tenido una reacción menos fuerte que en los atentados de París y he pensado ¿ me estoy habituando a algo que no es normal?. Que la UEFA no suspenda la Eurocopa es una manera de no habituarse a lo que es inhumano”.
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