jeudi 24 mars 2016

Humo Blaugrana

Hace apenas unas horas, otra cara del mundo acaba de envejecer o al menos, acaba de mostrarnos otra arruga. Para quienes andaban en el fervor de la adolescencia cuando Johan Cruyff ya triunfaba en las filas del Barcelona había una creencia recurrente y engañosa en sus admirables capacidades: se decía que fumaba un cigarrillo antes de saltar a la cancha y que incluso, se daba el lujo de encender otro taco de cáncer al finalizar los partidos. Era Superman, flaco y escurridizo, caballero del juego en equipo, cerebro andante de una naranja que presumía de ser mecánica y luego, el mítico jugador de greña comprometida que decía no asistir al Mundial de Argentina como objetor de conciencia por la Junta Militar de Jorge Rafael Videla que tanto gozó ese torneo.Cruyff hipnotizó a toda una generación con esa rara combinación que tenían antaño los deportistas que fumaban y más en tiempos en que era común ver a tenistas en clubes privados que jugaban incluso entre sets o boxeadores que luego de hacer la legua diaria fumaban sin filtros.

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