jeudi 24 mars 2016

El visionario del balón

Mr. Mármol, conocido así por lo duros que eran sus entrenamientos, se subió en el autobús de línea camino al estadio y vio que varios de sus jugadores estaban de cháchara en la otra punta. Uno de ellos daba profusas caladas a un cigarrillo y se acercó con sigilo para sorprenderlo. Al verlo, el joven, de pelo largo y escuchimizado hasta el punto de que parecía cualquier cosa menos futbolista, se lo escondió en el bolsillo. Pero dos minutos después, no le quedó otra que tirarlo al suelo junto con un alarido ahogado. Cuentan que Rinus Michels se contentó con la quemada y una pequeña multa como castigo y que Johan Cruyff la aceptó de buena gana. “Porque nos jugábamos todo el dinero al final del año en partidos de dos contra dos y él siempre ganaba”, recuerda Sjaak Swart, futbolista con más partidos en el Ajax (603) que ningún otro. La anécdota, sin embargo, reúne la esencia de la vida de Cruyff; aleccionado por Michels, fue un rebelde con éxito en cuantas cosas se propuso menos en la batalla del tabaco.

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