vendredi 25 mars 2016

De Jopie a Cruyff

Cuentan que de niño lo llamaban Jopie y se reconocía fácilmente por ser el más pequeño de la cuadrilla que se pasaba la tarde jugando al fútbol en las calles de Betendorp, un barrio modesto de casas pequeñas situado al este de Amsterdam. Las risas de sus rivales al verlo aparecer en el improvisado campo de juego se tornaban en caras de asombro y malhumor al comprobar lo que aquel canijo de pelo recortado a la taza, ojos azules y nariz aguileña era capaz de hacer con una pelota en los pies. El nombre del hijo menor de Manus y Elda, propietarios de una modesta tienda de frutas y verduras, el mismo que se sentaba sobre una caja de patatas cuando no podía salir a jugar y odiaba las coles de Bruselas por encima de todas las cosas, comenzaba a saltar de boca en boca entre sus asombrados vecinos y no pararía de repetirse hasta terminar convertido en un clamor mundial, con el paso de los años. Un día, su hermano Henry le preguntó si alguna vez pensaba en lo que iba a hacer antes de comenzar una jugada. “No, porque si piensas ya llegas tarde”, respondió el pequeño Jopie.

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