A falta de 30 kilómetros, cuando restaban dos para acabar la subida y tras salir de una glorieta, Froome y Bardet junto a otros ciclistas se dieron de bruces con el suelo, una caída masiva provocada por el traspié del fenomenal contrarrelojista Tony Martin. Fue un susto más que una penalidad porque los dos candidatos al laurel final -sobre todo Froome- apenas sufrieron unos rasguños y, dado que el pelotón no aceleró el ritmo, pronto volvieron a darle caza, cuando quedaban 20 kilómetros para el sprint final. Así que la carrera continuó tal y como la planearon Boudat, Phinney, Pichon y Offredo, agitadores desde buen inicio. No se llevaron el triunfo final tras 200 kilómetros de fuga, pero Phinney sí que logró el maillot de topos rojos como mejor escalador porque coronó el primero las dos montañas que presentaba la etapa. El triunfo, en cualquier caso, fue para Kittel, que no contó con la ayuda de su equipo Quick Step pero que le bastó con su fuerza de piernas para imponerse por los pelos. Era su décimo triunfo de etapa en el Tour y al bajarse de la bici no pudo reprimir las lágrimas de felicidad.
source Portada de Deportes | EL PAÍS http://ift.tt/2t6eJzd
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire