La clasificación del Gran Premio de Hungría de F-1 no se decidió hasta los últimos instantes. La igualdad entre Ferrari y Mercedes fue tan grande, que nadie se atrevía a hacer pronósticos y los equipos guardaron sus mejores armas para el último intento. Lewis Hamilton abortó su primer intento en la Q3 y no volvió a salir hasta agotar el tiempo para intentar arrebatar la pole position a un Sebastian Vettel que parecía intocable. Ahí estaban los dos, en la sinuosa pista de Hungaroring buscando la primera línea. Y al final, se la adjudicó el piloto alemán, demostrando que Ferrari funciona de maravilla en pistas donde el motor pierde protagonismo. La prueba más evidente de ello fue que la segunda posición fue para el segundo Ferrari, el de Kimi Raikkonen.
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