Una hemorragia de satisfacción recorría cada rincón del vestuario del Sevilla. Los tetracampeones de la Liga Europa celebraban su indiscutible éxito, basado en una pegada impresionante y la calidad de sus jugadores más importantes. Atrás sufrió demasiado el campeón. Bacca jugaba con sus niñas en el césped y los jugadores compartían la felicidad con sus familias. Uno de los hombres más importantes en el éxito del Sevilla no soltaba la Copa de campeones. Era Unai Emery. Le dedicaba el triunfo a su padre, fallecido hace un mes. Sin duda, uno de los héroes de la noche. “Claro que me acuerdo de mi padre. Seguro que nos ha empujado para conseguir este gran triunfo. Son momentos únicos e especiales. Nosotros teníamos la responsabilidad de hacer feliz a mucha gente con nuestro trabajo”, afirmó el entrenador del Sevilla. “No es fácil ganar la Liga Europa. Hemos jugado muchas finales hasta llegar a la de verdad. Felicito al Dnipro, que ha hecho una gran final, peleando cada minuto. Ellos han hecho un gran campeonato y se han merecido estar en la final”, añadió Emery.
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