Encerrado en la banda por tres defensas del Athletic como King Kong, a punto de ser paseado en jaula para asombro de la civilización, Lionel Messi se vio en el minuto 19 como uno de esos héroes cansados que echan de menos el ruido de las casas de Lavalleja en el barrio La Bajada de Rosario, los recados con un balón hecho de medias para entretenerse por el camino y aquellas pachanguitas en las que le rompían las piernas chicos de 18 años porque él, que tenía 9, los ponía a bailar a todos alrededor de un palo. La banda es el apeadero criminal en el que se dan los mejores regates y las patadas más salvajes, de donde sólo se sale Dios o muerto. En esa banda del Camp Nou un día Roberto Carlos, nada más empezar el partido, levantó tres metros a Luis Figo, que cuando aterrizó en el campo ya era del Madrid para los restos.
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