“Perdona, yo no tengo il tuo talento”. Por primera vez en mucho tiempo, al menos de puertas afuera, a Rafael Nadal se le escaparon ayer un par de carcajadas. Contenidas, fugaces, cierto es, pero risas al fin y al cabo. En los tiempos difíciles, a las duras, cualquier poco significa mucho, así que bienvenida sea esa doble hilera de dientes que mostró el número siete del mundo para cerrar una conversación guasona con un periodista italiano. Antes, el español había batido a Nicolás Almagro (6-4, 6-3 y 6-1 en dos horas y 19 minutos de partido) para avanzar a la tercera ronda de Roland Garros y citarse el próximo sábado con el ruso Andrey Kuznetsov (6-1, 5-7, 7-6 y 7-5 a al austriaco Jürgen Melzer).
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