Desde que Guardiola situara a Messi como falso 9 en un clásico de la temporada 2009-2010, el Barça y los sucesivos técnicos se olvidaron de buscar una alternativa al ataque porque entendieron que con el 10 alcanzaba para batir a cualquiera. Las figuras de Larsson o Maxi López, ejemplo de arietes que remataban más que pasaban, quedaron en el olvido. Así, tras la ácida marcha de Ibrahimovic –“sé jugar así, voy a jugar así y soy delantero centro”, le dijo a Guardiola—, el Barça contrató a fabulosos complementos de banda como Alexis, Neymar y Villa, reconvertido por exigencias del guion. “Al estar en el costado, combinaba con los compañeros más que finalizar como en el Valencia. Debí acoplarme, aunque conocía la posición desde la selección y me lo pusieron sencillo”, expone Villa a EL PAÍS. Algo similar pasó con Suárez, que empezó en el ala hasta que Messi regresó al carril para que el 9 se expresara con mayor efectividad. Un acierto porque entre los tres suman 117 goles (56 de Messi; 37 de Neymar; y 24 de Suárez), a un tanto del récord de Ronaldo, Benzema e Higuaín. Les quedan dos partidos, dos finales y la primera es la de Copa.
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