dimanche 31 mai 2015

El incómodo huésped acuático

La jornada dominical, en París y Roland Garros, fue una jornada de amagos; de abro el paraguas o lo mantengo cerrado, que escampa; de extendemos las lonas o bien aguantamos, que parece que al final aguanta el tema; de chubasqueros, impermeables o de cualquier objeto que pudiera hacer las veces de capota. En definitiva, de idas y venidas constantes por los vaivenes del cielo y el agua. Apareció por fin la lluvia, esa enemiga histórica del tenis, mal recibida siempre en el torneo francés, el incómodo huésped. Más ahora, con las vergüenzas al aire al ser el único grande que aún no cuenta con una central cubierta y, por lo tanto, queda a merced de los antojos meterológicos.

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