La noche del jueves, un tuit alertó de algo extraño: el presidente de la Confederación Brasileña de fútbol (CBF), Marco Polo del Nero, había pagado su cuenta en el ya famoso hotel Baur au Lac de Zúrich y se había marchado, un día antes de la votación de la FIFA en la que iba a apoyar, según confesión propia, a Joseph Blatter. ¿Prefería regresar a Brasil para protegerse de una extradición en caso de ser también detenido? ¿Necesitaba poner orden y dar la cara por una institución herida? ¿Era ya consciente de que el fútbol sudamericano planeaba oponerse en bloque a Blatter y prefería hacerlo discretamente?
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