vendredi 1 juin 2018

La triple palanca de Djokovic

En París hubo este miércoles noticia, concentrada en tres segundos: uno por cada hachazo que dio Novak Djokovic a la arena de la pista Suzanne Lenglen, cuando estaba a punto de ceder un set contra Roberto Bautista. En ese lapso mínimo de tiempo volvió el antiguo Nole, el originario, al que le hervía la sangre y le ardían los ojos; el que no regalaba nada, ni un céntimo, cuando estaba sobre la pista y de lo que se trataba era de vencer o vencer, sin otra opción. Fueron tres segundos de puro Djokovic. Furia: ¡Zasca, zasca, zasca! Y la herramienta reventada. El serbio terminó entregando esa manga en el tie-break, pero no así el partido. Ganó (6-4, 6-7, 7-6 y 6-2, en 3h 48m), accedió a los octavos (contra Fernando Verdasco, este 7-6, 6-2 y 6-4 a Grigor Dimitrov) y volvió a enviar señales positivas: el dragón durmiente despertó. Es decir, el fuego interior no ha desaparecido del todo.

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