Tan a dieta se ha puesto España con el balón que ha llegado a octavos en los huesos. Avanza por el Mundial, sí. Pero tan desvalida que la pelota ya no intima ni con Iniesta, como en la jugada del gol inicial de Marruecos. El mal tufo de la primera fase suscita una cirugía sobre la marcha, tan repentina como súbito ha sido el devenir español desde el intempestivo enlace entre el Real Madrid y Julen Lopetegui.
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