La fase de grupos del Mundial arrastra a España hacia el estadio Luzhniki de Moscú al tiempo que desvela el verdadero plan de su seleccionador accidental. Fernando Hierro da su toque personal a las charlas, trata a los jugadores con más encanto que su predecesor e introduce pequeñas variaciones tácticas. Puede confirmarse que se trata de lo que en la nueva jerga administrativa del fútbol se conoce, en palabras de un empleado federativo, como “un gestor”. Uno extraordinario, a juzgar por la suavidad con la que conduce las cosas. Pero, en lo esencial, uno que preserva el eje de la estrategia de Julen Lopetegui.
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