Como hacía 36 años que no marcaba y 40 que no ganaba un partido en un Mundial, resulta tentador ser complaciente con la selección peruana, de nuevo en los mejores escenarios, por fin a una altura no emparejada, pero al menos no muy lejana de sus mejores días. Quizás por ello queda un sabor agrio en su temprana despedida del campeonato. Perú mostró que puede ser algo más que los tres escuetos puntos que rescató en su trayecto por los campos rusos, los que logró ante Australia en un consuelo postrero cuando ya se sabía eliminada. Sin excesivos alardes fue muy superior a un oponente que necesitaba el triunfo para mantener un hilo de vida, pero que jamás expuso argumentos para lograrlo. Al final unos y otros hacen las maletas.
source Portada de Deportes | EL PAÍS https://ift.tt/2KdJZq0
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire