Es muy fino el hilo que separa el gozo del llanto en este Mundial ruso. Tan grácil que dos tarjetas amarillas de más exiliaron a Senegal y repescaron con el gancho para octavos a Japón, empatada a todo con los africanos: en diferencia de goles y tantos anotados. La primera vez en la historia que se aplica dicho desempate. La nomenclatura de la FIFA lo llama juego limpio, y tan limpio que fue el último trecho del Japón-Polonia, con menos chicha que un duelo en un convento de clarisas. El colmo hubiera sido que senegaleses y nipones también hubiera ido de la mano en tarjetas recibidas. Entonces, el no va más: un sorteo.
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