El dorsal 10 de la selección francesa parecía destinado a marcar época con jugadores elegantes, de bota derecha exquisita; ni potentes ni veloces, solo entregados a la inteligencia para leer el juego descomunal, como Platini o Zidane. Sin embargo, en Kazán, el 10 de los blues lo llevaba un tipo tan fuerte como habilidoso, imparable con el balón en carrera, un puñal para cualquier defensa, en la Ligue 1, en la Champions o en los octavos de final de una Copa del Mundo. Kylian Mbappé fue recibido como un señor futbolista en Rusia, nada menos que ante la Argentina de otro 10 de época como Lionel Messi. “Aquí están los mejores jugadores, no hay mejor torneo que un Mundial para destacar”, dijo el delantero francés al término del partido, señalado como el mejor jugador de la eliminatoria.
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