Un sábado de junio en el centro de Alto Rendimiento de Madrid. Solo cuando escampa la tormenta que ha ennegrecido la tarde de Madrid, y los truenos y la lluvia gorda, salen dos o tres a correr por la pista de atletismo. Antonio Serrano, en una esquina, maneja el cronómetro y vigila las vueltas al tartán de Adel Mechaal, el mejor mediofondista español. En el rincón opuesto, del módulo cubierto se podría decir que está desierto si no fuera que por allí corretea calentando solo uno de los mejores atletas del mundo, Majed Eddin Ghazal. Cada pocos minutos, detiene sus ejercicios. Conecta el móvil a la Wifi y por Whatsapp transmite imágenes y sensaciones a su entrenador, Imad Sarraj, que le responde desde Omán, donde trabaja. Cuando termina la sesión, Ghazal toma un autobús y regresa al hotel donde se aloja, solo.
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