Desde que se conoció la noticia de la detención de Ángel María Villar muchas han sido las voces que han expresado su “sorpresa” por lo ocurrido. Servidor, desde su escaso juicio, cree que calificar con ese término el arresto de quien ha dirigido los designios del fútbol español desde antes de que existiera el fútbol no parece acertado. De hecho, el sorprendido de turno no hubiera adquirido esa condición de haber seguido las informaciones que desde hace meses, y en estas mismas páginas, ha ido desgranando Ladislao J. Moñino. Por ellas supimos de la investigación abierta por el trato de favor a dos equipos, el Recreativo y el Marino de Tenerife, presuntamente ejecutado desde la Federación. Y nos dejó de una pieza conocer que una partida de 1,2 millones de euros otorgada por el Estado para la construcción de una escuela de fútbol en Haití, país que había sido devastado por un terremoto, se perdió por el camino, cuestión nunca bien explicada y que movería a la conmiseración si no moviera al asco.
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