Se sabe la estrella de Turquía y actúa como tal. Tras quedarse limitado en la banda izquierda por dos partidos –en los que el equipo no dio una derechas-, Arda Turan consiguió que Terim hiciera un molde a su medida, un 4-2-3-1 donde él actuaba de mediapunta sin apenas exigencias defensivas y libertad absoluta en el ataque. Ventaja que aprovechó porque tanto le daba actuar de mediocentro para sacar el balón desde la raíz como colocarse de falso 9 en busca de la prolongación o el rebote a los balonazos que le enviaban a Burak Yilmaz, un delantero que se mueve mucho mejor de lo que juega. Dueño y señor de Turquía, Arda trató de imponer su ley sobre el césped del estadio Bollaert de Lens. No lo consiguió porque la República Checa demostró que para gobernar los partidos más vale un equipo a una estrella; pero para ganarlos, bien vale un crack como Arda, un joven prometedor como Mor y un delantero con gancho. El triunfo les da una prórroga, puesto que deben aguardar a los resultados de esta noche para saber si siguen de pie en el torneo.
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